Buenos Aires / Argentina |
Un techo y un hogar / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [22/05/11] |
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La tarea de Common Ground, una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York dedicada a la reinserción de personas sin techo, es un ejemplo de la diversidad de factores que es preciso integrar en la planificación de una labor social para producir y consolidar unos resultados positivos que sean beneficiosos para individuo y comunidad. Un ejemplo de cómo un emprendimiento privado puede abordar el trabajo social desde unos objetivos y una actitud que van más allá de la consecución de soluciones meramente caritativas y que plantean alternativas de mayor eficacia que las propuestas por las políticas institucionales. Fundado por Rosanne Haggerty, una emprendedora vinculada a fundaciones dedicadas a la atención a problemáticas sociales, la actividad de Common Ground tiene como uno de sus ejes de acción cruciales la rehabilitación de antiguos edificios y el desarrollo de nuevos emprendimientos inmobiliarios en los que crear unidades de vivienda segura y asequible en las que alojar a personas que carecen de hogar y que asimismo aporten una mejora a la calidad de la zona urbana en la que se insertan. Hasta la fecha, Common Ground ha creado aproximadamente 2.500 viviendas en diferentes distritos neoyorquinos, Rochester (estado de Nueva York) New Haven (Connecticut), con la expectativa de crear cuatro mil nuevas viviendas para el año 2015. Su primer proyecto fue la rehabilitación del Times Square Hotel en Manhattan, un edificio construido en 1922 e incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos (NRHP) pero que a comienzos de los años 90 se encontraba absolutamente deteriorado. Common Ground planteó una rehabilitación que preservaba el carácter original de determinados ámbitos del edificio y creaba asimismo 652 apartamentos para acoger a personas sin techo. El proyecto logró reducir en un 87% el número de personas sin techo en la zona y, en palabras de Haggerty, evidenciar cómo unas dotaciones problemáticas – un edificio en mal estado o infrautilizado, un solar vacío – pueden convertirse en activos que provean soluciones para las necesidades sociales. Otros edificios patrimoniales, como el Hotel Prince George (originalmente construido en 1904) o la antigua sede del YMCA en Chelsea forman parte, junto a otros edificios recuperados, de una red que integra también a diferentes edificios de nueva planta, como los bloques de viviendas Schmerhorn (Brooklyn), Aurora (Manhattan), The Brook (Bronx) o The Lee, que en 2005 fue galardonado y señalado como un modelo de construcción verde. Las intervenciones evidencian la transformación de los edificios en lugares luminosos, acogedores, donde se prioriza la construcción con materiales ecológicos y reciclados, en cuyos programas se integran fluidamente una dimensión privada y una dimensión colectiva. Cada apartamento está planteado según una estructura de organización elemental que permite una distribución sencilla y eficaz que genera una sensación de propiedad, intimidad y hogar. Asimismo, cada edificio dispone de área comercial, zonas de servicio y de ocio comunes para los residentes (lo que genera una media de 10 y 25 puestos de empleo por edificio). Por otra parte, los salones de algunos de los antiguos hoteles restaurados funcionan actualmente como galerías de arte o se ofrecen para ser alquilados para eventos, factores que permiten la vinculación del edificio con la actividad cultural urbana y contribuyen a evitar una concepción del edificio como albergue-ghetto que acabase resultando contraproducente para con el objetivo fundamental del proyecto, que es colaborar en la rehabilitación personal y social de los individuos a los que se concede una vivienda. Common Ground tiene cuidadosamente establecida una metodología de acción cuyo objetivo es priorizar los casos de mayor vulnerabilidad, simplificar al máximo para cada persona el proceso de tránsito de la calle al que será su hogar permanente y ocuparse de gestionar todos los servicios de atención y apoyo específico que su caso personal requiera (cuidados médicos y psicológicos, formación profesional , solicitud de ayudas…). Como razona Haggerty, crear soluciones que prevengan y atajen la situación de falta de hogar resulta mucho menos costoso económicamente que fomentar recursos sin salida como albergues temporales o el internamiento en hospitales o prisiones. Acciones como las desarrolladas por Common Ground trasladan a la arquitectura presente a una nueva dimensión que propicia alternativas a modelos agotados. La suya es una postura propositiva que hace evolucionar a la acción arquitectónica desde una vocación esencialmente humanista, evidenciando su capacidad para ser raíz desde la que ejecutar una tarea honda de mejora e igualdad social.
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste Publicado en suplemento 'Cultura/s', La Vanguardia, Barcelona - Número 460
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