Buenos Aires / Argentina |
Cuestión crítica.... / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [20/03/10] |
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Una de las cuestiones necesarias a abordar con urgencia por la arquitectura actualmente es la definición de sus soportes de comunicación. Si hasta hace relativamente una década el peso crucial de la información y reflexión sobre la arquitectura recaía de manera exclusiva en revistas y libros, la velocidad que rige las dinámicas la información en este momento ha supuesto una traslación de ese peso y capacidad de influencia hacia las publicaciones digitales y blogs, trasladando forzosamente a un segundo plano al 'papel' cuyas directrices estáticas se han visto sacudidas, incapaces de competir con esa velocidad en aceleración constante. No en el territorio del ensayo y el pensamiento con un carácter o actitud más académica, pero sí en el territorio de las monografías sobre la obra de arquitectos y estudios o el examen de fenómenos o tendencias, la década de los 90 trajo consigo una exacerbación casi paroxística de la dimensión fetichista del libro de arquitectura hiper-diseñado que, salvo en raras excepciones, culminó en una sobresaturación de productos capaces de superar la efímera seducción que suscitaban como objeto. El cuidado y la radicalidad experimental que se aplicaban en numerosas ocasiones al diseño gráfico de un volumen eran a menudo inversamente proporcionales al valor del contenido intelectual del mismo. El proyecto de publicación de un libro devenía más una obsesión narcisista y un producto de marketing que un ejercicio orientado hacia la reflexión intelectual, que condujo a una sobresaturación de libros, que no sólo ha afianzado una decepcionante sensación de prescindibilidad en torno a gran parte de lo publicado, sino que también ha acabado moldeando e imponiendo una forma de transmisión de ideas y conceptos sobre arquitectura que ha tendido a hacer aceptable o imperceptible la superficialidad, a camuflar la inanidad a través de la inmediatez de seducción brutal de efectos visuales y retóricos. Es preciso reconocer que, en su sustrato, esta tendencia puede fundamentalmente considerarse el primer indicio anticipando la necesidad de cambios en los procesos de elaboración del pensamiento y de lectura en relación con la integración del arquitecto y la arquitectura a las dinámicas de la revolución de la tecnología digital y la cultura de la información cuyo desarrollo presente es preciso y urgente cuestionar y revisar con objeto de generar de manera consistente, y simultánea, información y conocimiento sobre arquitectura, una situación para la que la edición del colosal Atlas y 10x10_3 (100 Architects x 10 Critics) por la editorial Phaidon pueden ser casos de estudio. Al llegar a su tercera edición, manteniendo la misma estructura y planteamiento de sus dos previas, donde cada miembro de un grupo de diez críticos es invitado a seleccionar el trabajo de diez estudios y arquitectos, 10x10_3 aparece como un elemento a través del que examinar este estado de la cuestión, esa convivencia dual de dos territorios de elaboración para la información de la arquitectura (papel-red) y cómo es la acción del crítico como constructor de información y conocimiento la que tiene un papel decisivo en la definición de una nueva especificidad para el valor, función y utilidad de cada uno de esos territorios que, por lo menos a medio plazo, van a mantenerse coexistentes. En todas sus ediciones, 10x10 se ha planteado como un producto editorial en el que se trataban de hibridar los conceptos de revista y de libro: su originalidad radicaría seguramente en concentrar en un único volumen la pluralidad de perspectivas creativas en la arquitectura e intelectuales en la crítica confluyendo en un momento específico, envolviéndolas con un cuidadísimo empaque de gran libro a través del que imbuirle de una aura de permanencia, sugerir que esa recopilación no posee un valor efímero sino que se elevaría idealmente a una cierta categoría enciclopédica, naturaleza de la que el Atlas parte de base pese a su obviamente prematura etiquetación como 'del siglo XXI'. Conviene insistir en el hecho de que ese valor perseguido por ambas publicaciones dependería en primera instancia del prestigio de los curadores congregados, de la confianza del editor y del público receptor, de la calidad de sus criterios y del rigor del compromiso asumido ante el encargo para una publicación de estas características; por esta razón, aun cuando cada edición de 10x10 y el Atlas (y éstas no son en absoluto excepción) permiten descubrir la obra de excelentes arquitectos e interesantes aproximaciones arquitectónicas en pleno presente, éstas se entremezclan con otras que se reconocen de menor calidad para ser incluidas en publicaciones de este calibre -una falencia que no debe achacarse en este caso a los arquitectos, sino a los críticos responsables esas selecciones. Esa cierta desigualdad de calidad entre el material impreso evidencia la necesidad de exigir al crítico minimizar las subjetividades para así hacer de su tarea la búsqueda de definición de un auténtico concepto ideológico de lo que debe esperarse de la arquitectura y de los arquitectos como un verdadero elemento constructor del sentido del tiempo para el que está haciéndose, antes que en tratar de auto-erigirse el crítico en creador de tendencias capaces de satisfacer las ansias de consumo de información, de acumulación de datos desde la carencia de un conocimiento que los interprete. Ése es el territorio de acción de los medios digitales: un espacio en impasse hacia una consolidación más consistente de su carácter y capacidad de intervención como espacio de construcción de la crítica- en donde hoy lo efímero es válido y la velocidad deglute lo innecesario. 10x10_3 y el Atlas, cuya calidad como productos editoriales es sin duda patente, ponen de manifiesto ese estado de las cosas, evidenciando cómo frente a la hiperprofusión de datos de la red, se hace necesario el desarrollo de una recomprensión por parte de la crítica acerca de las cualidades y funciones específicas de los soportes desde los que se produce y emite la información, la obligación de entender que lo impreso -por la propia naturaleza perenne de su objeto y por la sustancia de valor aquello que en sus páginas contiene- frente a lo digital debe apostar por selecciones meditadas, en las que lo impreso, el libro, posea la trascendencia de una mayor perdurabilidad y efecto docente a medio y largo plazo.
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste Publicado en ABCD las Artes y las Letras, ABC, Madrid - Número 937
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