Buenos Aires / Argentina |
Mirador para la memoria / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [11/10/08] |
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El trabajo del arquitecto consiste en modelar una expresión para la memoria y, como la restauración de la Torre del Homenaje en Huéscar (Granada) llevada a cabo por Antonio Jiménez Torrecillas evidencia, esto se fundamenta hoy en una reacción que tiende a tratar de despojar al presente de la necesidad de la conmemoración y la exaltación del pasado mediante la creación de símbolos objetuales o el empeño por llevar a cabo una restitución literal, sino prefiriendo trabajar desde la evocación y desde la posibilidad de mantener la estructura vigente hacia el futuro. En 1434, Huéscar fue reconquistada por la Corona de Castilla y su principal punto de observación militar, la torre del homenaje fue desmochada. Torrecillas instala su intervención sobre sus restos con el objetivo de transformar el antiguo torreón en un nuevo emplazamiento desde el que poder mirar, recuperando así la que fue su función, pero creando unas nuevas condiciones que permiten hacer al edificio una pieza urbana pública significativa cuya posición elevada le hace también restituir los vínculos entre el espacio de la localidad y el paisaje natural. Emplea las connotaciones que recuerdan el originario carácter defensivo de la estructura, queriendo 'hacer visibles sus memorias específicas'. Para ello crea una especie de estructura-mueble de madera que alude a las empalizadas medievales construidas en el territorio como fortificaciones, estableciendo un recorrido interior mediante rampas ascendentes hacia la parte superior que crea nuevas visiones y espacios en los que adquieren protagonismo también elementos como las lápidas procedentes de la necrópolis romana utilizadas como sillería, la gran mole que da forma a la torre, los adarves. En los vínculos que establecemos con la Historia, es la arquitectura la que establece el contacto más complejo. Su contacto siempre es material, pero ni como arqueólogo ni como historiador, el arquitecto se enfrenta a la tarea de reconstruir la identidad de un edificio comprometido en producir una resituación directamente física del pasado en el presente. Ante un objeto histórico, lo primordial de la tarea arquitectónica no radica en rescatar del olvido o el abandono a una estructura, planteando unas estrategias de restauración que permitan su preservación y dotar de una nueva funcionalidad a una antigua construcción; sino que trata de una tarea que esencialmente consiste en concentrarse en reinterpretar el potencial sentido de un cuerpo arquitectónico y su situación para, con ello, negar su obsolescencia, destruir la paradójica invisibilidad a la que la somete su presencia derruida e inútil. Como reconoce su mención en el Premio Europeo del Espacio Público Urbano, el proyecto tiene el 'coraje de inventar un espacio público mediante la creación de un nuevo foco de energía y una nueva referencia para la comunidad'. Jiménez Torrecillas 'pone en valor' la torre del homenaje al concentrarse en devolverle su primigenia función de observatorio, haciendo que lo que emerja como memoria sea la razón de ser de su posición en un punto concreto del paisaje desde el que se creaban unas óptimas condiciones de control visual, transformando para el presente esta misma vista que antaño servía a funciones defensivas, en un elemento contacto y disfrute sensorial con el paisaje. El arquitecto comprende que su tarea no es aquí su tarea la de crear nuevas metáforas que den al edificio un sentido contemporáneo, sino enriquecer y reembellecer su materialidad. No se trata sólo de hacer rememorar qué fue el edificio sino reafirmar lo que sigue siendo y siempre ha sido.
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste Publicado en suplemento 'Cultura/s', La Vanguardia, Barcelona - Número 328
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