Buenos Aires / Argentina |
Menis, en evolución constante / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [28/06/08] |
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Para Fernando Martín Menis, la sustancia de su hacer sigue ligada a la fascinación por el trabajo manual y el ingenio requerido por éste que descubrió en los años de infancia. Ése constituye el sustrato principal de una arquitectura que define incansablemente mediante la unión de los conceptos razón y emoción, y a la influencia determinante que el paisaje natural de las Islas Canarias ha tenido sobre la conformación de sus reacciones sensoriales, de su concepción sobre la intensidad física de la materia. En 2004, tras concluir una asociación prolongada junto a Felipe Artengo y José María Pastrana establece Menis Arquitectos, afrontando su nueva andadura con el peso del bagaje de su experiencia dentro de ese equipo y con el objetivo de seguir desarrollando la práctica de la arquitectura como si de un oficio artesanal se tratara. Arquitectura como un trabajo de sensibilidad en el contacto directo con los materiales y su elaboración, donde la obra surge de la observación, la lentitud que modela la obra en coherencia consigo misma y con su entorno y que culmina en un objeto construido que evoca la fuerza de algo primigenio, puramente esencial, que empero se manifiesta desde una latencia plenamente contemporánea. En sus propias palabras: "la finalidad del proyecto es producir una emoción siempre decantada por el rigor de la razón". Menis acaba de presentar en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria ‘Razón+Emoción’, una exposición que se plantea como una prolongación de su obra, como uno más de sus proyectos, un proyecto de reflexión, en donde, consciente e inconscientemente se muestran los dos canales a través de los cuales fluye el trabajo de su estudio y concibe la vivencia y esencia de su arquitectura. La exposición se desarrolla en dos salas. La primera, está invadida por una gran mesa inclinada, de medidas desproporcionadas, de expresiva y contundente factura, sobre la cual se exhiben maquetas envueltas por paneles donde se detalla el proceso de gestación de cada proyecto. Esta sala pone en contacto con este elemento crucial, donde cristaliza el proceso de conceptualización de cada una de las obras de Menis, de una manera directa, tangible, concreta, mostrando el proceso que traslada la idea arquitectónica a la realidad. En este despliegue, casi caótico, la heterogeneidad de los proyectos se ve respaldada por toda una serie de imágenes desplegadas sobre los muros. El montaje de esta sala enfatiza la importancia crucial de la construcción de la maqueta como entidad donde emerge la obra, donde se desarrolla su proceso de devenir. "La emoción está presente desde el mismo método de aproximación física al objeto y a su tridimensionalidad a través del modelado directo e intuitivo con plastilina. Nuestra forma de trabajar sobre el edificio se basa en la adición y extracción, de modo que el proyecto sufre la erosión del programa como un elemento modelado por las manos, hasta que se produce la cristalización, el fraguado de la forma y su lenguaje. Elegir un material para realizar un modelo implica tomar millones de decisiones de la que se es inconsciente. El tiempo y la experiencia hacen decidir con qué materia va a trabajarse, valorando las consecuencias que acompañarán a esa decisión". En la segunda sala, en penumbra, el despliegue voraginoso concentrado en el énfasis de la materialidad de la primera, se convierte en la disposición de serie de maquetas dispuestas sobre podios, enfocadas con una luz puntual, difuminadas tras una tela que las eleva a una dimensión etérea. Las maquetas pueden observarse desde una actitud de cierto recogimiento reflexivo. En ambas salas, se concentran los dos mundos mentales de Menis, las dos capas de una misma obra. La razón y la emoción. "La racionalidad se basa en una atención escrupulosa a los condicionantes estructurales, constructivos y económicos para que la arquitectura sea capaz de insertarse correctamente en un contexto y de mantenerse en él. Entendemos la emoción como contenido esencial e inmaterial de la arquitectura: los mundos telúricos que soñamos e investigamos pertenecen a un estado previo a la propia existencia de la arquitectura, a un momento en que ésta era creada por la naturaleza"- explica. "El juego constante entre razón y emoción hace que el objeto edificado se convierta en un ente vivo que evoluciona a lo largo del tiempo. Se hace un órgano modelado, extraído directamente de la materia amorfa, que el arquitecto debe aprender a valorar". Aun en su preeminente presencia dentro de esta exposición y el catálogo que la acompaña, la crucial relevancia que para el propio arquitecto tiene el Auditorio Magma Arte & Congresos (realizado en colaboración con José María Artengo y Felipe Pastrana) se desvela en ella como un fundamento crucial, un principio desde el cual se desarrolla el actual lenguaje y definición de la arquitectura de Menis. Si con el edificio Magma se planteaba una complejidad extrema a veces carente de síntesis -dada su ingente escala- el aprendizaje, la experiencia y la comprensión sobre la propia búsqueda que su construcción proporcionó a Menis le están permitiendo manejar su talento, logrando una capacidad de control sobre materiales y formas para crear espacios de inusitada intensidad, que elevan su obra hacia unas cualidades poéticas que hablan de la sofisticación de lo esencial, de una posibilidad de expresión de pureza arquitectónica aprendida de la interpretación de la capacidad constructora de la naturaleza. Esto se evidencia con claridad en la belleza pétrea de sus proyectos recientes como la Iglesia del Santísimo Redentor (San Cristóbal de la Laguna), donde maneja el trabajo con bloques de hormigón martelinado a través de los que logra una espiritualizada cualidad lumínica; en el Auditorio Insular Los Llanos (La Palma), una estructura de módulos prismáticos de gran longitud – cuyas formas son resultado del análisis con la rotura de materiales pétreos- que busca crear una fuerza visible, alzarse un elemento sólido que emerge del terreno como si fuese un fósil hallado, cuyo logro más impresionante es un corredor que evoca el espacio de un tubo volcánico, sugiriendo como inmersión bajo tierra, o en una caverna, que intensifica esa misma experiencia que proponía en el Magma; de igual manera, el Observatorio Cultural en Icod de los Vinos (Tenerife), una especie de fisura o roca desprendida, se imbuye de esa fascinante belleza como ancestral. Menis hace de esta exposición una declaración de principios, cimentada en las bases de un pasado que se evidencia como la sólida y fluida materia que está modelando su presente y su futuro. La afirmación de su evolución constante.
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste Publicado en ABCD las Artes y las Letras
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