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BAAS: CEIP FERRER I GUÀRDIA, GRANOLLERS (BARCELONA)

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"El fin de la arquitectura es crear buenos escenarios para la vida”. Con sencilla sabiduría, Josep Lluís Sert encapsuló el principio fundamental de la arquitectura en estas palabras. Su pensamiento adquiere una significación concreta en estos tiempos, en la que las pretensiones de los arquitectos en relación a sus obras están tendiendo a generar el predominio de una actitud creativa que minimiza o anula cualquier consideración o reflexión sobre la arquitectura como escenario del bienestar humano, a nivel individual y colectivo, para priorizar la espectacularidad y la especulación falsamente innovadora. Del mismo modo, en este contexto, edificios que formulan en voz alta el planteamiento de la arquitectura como una actividad al servicio de lo humano y lo social desde una postura fundamentalmente ética, como el CEIP Ferrer i Guàrdia en Granollers (Barcelona) de BAAS, el equipo dirigido por Jordi Badia, adquieren una significación que trasciende considerablemente su intrínseco gran valor arquitectónico.

La arquitectura de Jordi Badia se plantea desde una aproximación que equilibra el pragmatismo racional y la conciencia sensible, así como un profundo conocimiento y respeto por los valores esenciales de la arquitectura. Llama la atención el protagonismo en su discurso teórico de sustantivos y adjetivos que reflejan su convicción y comprensión de la arquitectura como un trabajo cuya realización el arquitecto debe fundamentar en la aplicación de la lógica y el sentido común con el propósito de lograr obras ingeniosas, efectivas y adecuadas. Arquitectura pensada y construida a través de una inventiva consistente, que busca cumplir eficientemente con el uso que le será asignado, implantándose buscando establecer diálogos que permitan enriquecer el lugar. El resultado que emergería de la suma de estos factores sería una arquitectura que no precisa recurrir a ningún tipo de efectismo ni de trampa para afirmarse como bella, puesto que su razón de ser a través de su presencia y de su uso es lograr el embellecimiento de la vida: un embellecimiento que se entiende esencialmente desde la construcción de una armonía que surge de una buena integración sensorial y emocional en la vivencia del espacio y la materia construida y que revierte en la calidad de vida de aquellos a los que cobija.

Una arquitectura que surge de esta concepción se concreta como una expresión ética y una herramienta que puede contribuir activamente a la afirmación y sostenimiento de esos valores cuya inculcación es objetivo del CEIP Ferrer i Guardia, un centro escolar de educación primaria que acoge a doscientos niños de entre tres y once años, inaugurado en 2006. El lema de la escuela es educar a personas libres, íntegras y libres de prejuicios. En coherencia con ese proyecto educativo dirigido a formar el espíritu cívico y humanístico de los pequeños individuos que en él se educan, BAAS ha planteado un edificio que a través de su planteamiento arquitectónico se constituye como una sólida herramienta pedagógica más.

Entendiendo la escuela como un lugar social de convivencia, de relación, de interacción entre niños, profesores y padres, indagando sobre cómo debería ser una escuela Badia halló una fuerte inspiración en los proyectos de escuelas de Herman Hetzberger. La Escuela Montessori en Delft (Holanda, 1960) y la Escuela Apollo (Amsterdam, 1983) fueron referentes cruciales para el diseño del edificio del CEIP Ferrer i Guardia desde una dimensión material y de planteamiento espacial. Del mismo modo, adquieren un peso crucial como sustrato conceptual para este proyecto las fotografías en blanco y negro de Aldo van Eyck y Arne Jacobsen, observándolas para aprender de ellas el modo en que la arquitectura es vitalizada mediante la presencia humana, impregnadas de aquella ideología fuertemente arraigada en la los ideales éticos y humanistas, concibiendo a la arquitectura como el cauce que podría conducir hacia un mejor ideal social, que distinguían a la obra de esos maestros del Movimiento Moderno. Otro referente aludido por Badia es el de la presencia próxima de un próximo centro escolar diseñado por Oriol Bohigas – paradigmático del espíritu democrático que imbuyó a la arquitectura realizada en los primeros años de la transición democrática en España a comienzos de los años ochenta- .

Formal, material y espacialmente el edificio es un agradecido homenaje a las lecciones aprendidas de dichos maestros. Badia asume e interpreta con individualidad el legado moderno, sin ocultar su deuda con éste, recuperando y afirmando a través de su propia obra la vigencia de la esencia de sus conceptos fundamentales para el momento presente. Una síntesis hecha posible a partir de la propia madurez intelectual y creativa de Badia.

Situado en una zona urbana deteriorada, BAAS optó por crear una estructura bien diferenciada a fin de mejorar a través de su presencia la percepción que los residentes tienen de su propio barrio. La escuela ha sido construida en bloque de hormigón blanco y una serie de celosías también de hormigón, haciendo que la fachada donde se sitúa el acceso principal sea una superficie semiopaca que, a través de un movimiento permite una dilatación de la acera que logra reducir aglomeraciones en las horas de entrada y salida del centro.

Con 2400 metros de superficie, la escuela se divide en dos grandes partes segmentadas de extremo a extremo: un cuerpo vertical que cobija el aulario y la biblioteca y un cuerpo bajo, horizontal, que contiene el comedor y el gimnasio. El bloque vertical se cierra a la calle y se abre al interior mediante el filtro de unos patios que construyen una serie de volúmenes vacíos de tres plantas de altura, que pese a su angostura sugieren una cierta sensación de monumentalidad y una nítida cualidad de rigor espacial y luminosidad.

Una escalera lineal es el eje y protagonista crucial de la estructura, actuando como comunicador entre las tres plantas, cosiéndolas en un único volumen que recibe luz filtrada a través de una sucesión de aberturas verticales. Atrio y espacio de relación, esta escalera ayuda a generar un flujo circulatorio fluido que evita someter a los doscientos alumnos a la disciplina de organizar filas para acceder a sus respectivas aulas. Conceptualmente, es una respuesta al planteamiento de espacios que actúen como ‘filtro’, como antesalas entre las aulas y el patio de recreo y otros espacios autónomos internos, y planteen la organización y funcionamiento de los espacios de tránsito a la manera de ‘calles’.

La lógica e inventiva de Jordi Badia se evidencia en su capacidad para resolver problemas y hallar soluciones que le permitan la adaptación y el mejor aprovechamiento de condiciones –aparentemente restrictivas- . En este caso, la estrategia adoptada para la instalación de barracones provisionales mientras se llevaba a cabo la demolición del anterior edificio, consistió en comenzar la construcción del módulo donde se agrupan las aulas sobre el solar del antiguo patio para, posteriormente, derribar la antigua escuela y construir el volumen donde se encuentran el comedor, gimnasio y patio. La estrategia condicionó definitivamente el proyecto y actuó en su favor.

La austeridad material del edificio, construido con materiales prefabricados estándar, define su intensa plástica gracias al modo en que Badia ha sido capaz de exponer al máximo sus cualidades expresivas, buscando imbuir a la estructura de un carácter más confortable y humano (una lección de Hertzberger y Rudolph). La opción del uso de colores neutros se ha efectuado a fin de permitir a los niños y niñas ir incorporando gradualmente los colores que ellos mismos elijan para definir su entorno.

Logrando una total integridad con el espíritu pedagógico de esta escuela que trata de inculcar valores cívicos a sus alumnos, constitutivos del posible progreso moral del siglo XXI, el edificio del CEIP Ferrer i Guardia actúa como una herramienta educativa más. En el rigor del que surge su eficiencia funcional y su honesta y sensible voluntad de ser un espacio confortable y adecuado, Badia demuestra cómo la arquitectura puede ser el proveedor de aquellas necesarias cualidades que dan una dimensión esencial a la experiencia humana de la vida.

 

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

Publicado en la revista Oris

 

 

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