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 especiales > Pabellones Parque Independencia, ciudad de Rosario (Argentina) / Arq. Rafael Iglesia  [06/03/06]

Pabellones Parque Independencia, ciudad de Rosario (Argentina)

El trabajo consistió en proyectar la infraestructura de un parque de diversiones en el Parque de la Independencia de la ciudad de Rosario. Para ello, se diseñaron dos edificios y se amplió otro existente, además del equipamiento urbano y demás instalaciones del predio.

Los edificios son pabellones. Uno destinado a sanitarios públicos, oficinas y vestuarios del personal y otro pensado para albergar un salón de fiestas, un bar y un local vidriado para juegos electrónicos. La ampliación del edificio existente fue concebida para que pudiera cumplir la función de depósito del parque.

 

Ingreso

Baños públicos

El primer pabellón se ha emplazado al ingreso del parque. La ubicación de los baños es un tema aparte, ya que siempre se les asigna el lugar más oscuro, cuando no el más sórdido. Recluidos en el peor de los sitios, aquél que solemos identificar como “al fondo a la derecha” (o izquierda, pero siempre al fondo), no podría decir aquí cuánto hay en esta elección del dictado de la moral o de la cultura, lo cierto es que, ya en los tiempos de Homero, los baños ocupaban su lugar al fondo del salón principal –megaron- y a su derecha, tal como aparecen descriptos en la “Odisea”.

Así las cosas, hemos hecho con ellos una operación que ya aparece en otros trabajos anteriores: sacar a la luz ámbitos que permanecen ocultos asignándoles nuevos lugares. Su localización a la entrada del parque no sólo es una manera de marcar el ingreso sino que expresa nuestra intención de que oficie de linterna en una zona que siempre ha presentado poca iluminación.

Se trata de una estructura de hormigón armado cerrada con vidrio, cuyo lenguaje no es más que la propia estructura. Esta estructuración interna permite por un lado, el grado de privacidad que requieren estos ámbitos y por otro, el vidrio translúcido hace visibles las siluetas a través de él y con ello la circulación interna, de manera que quien está afuera puede ver si hay alguien en el interior del local. Al mismo tiempo, la luz y el vidrio imprimen color a la fachada. Esta estructuración, además, hace posible la ubicación de los lucernarios en los pliegues de los tabiques que se expresan en la cubierta.

El edificio se mantiene de hormigón visto en su exterior tanto como en su interior, buscando contrastar la rusticidad del hormigón y el quebracho colorado de las mesadas con las superficies pulidas y brillantes del vidrio y el acero inoxidable que ofician de espejos que confunden fondo y figura a la manera de Magritte en “La condición humana”

 

El pabellón para fiestas (o pabellón de troncos pre-moldeados)

Cuando visité el lugar, la primera impresión que tuve fue el notable contraste de la luz del día –visible en el cielo- y la sombra cerrada bajo la arboleda que sumía al terreno en una noche imposible, a la manera de las pinturas de Magritte que corresponden a la serie “El imperio de las luces”. Por otro lado, bajo la masa oscura del follaje de la arboleda, la luz pasa recortada a través de los troncos a la altura humana. Una luz compartimentada, cuyo flujo está sujeto al ritmo que le imprimen los troncos, (tal como se la ve entre las arboledas al costado de la ruta), una luz rasante que parece perseguirnos a través de las líneas verticales de la vegetación. En esa alternancia de sombras y luces está el proyecto.

Éste, entonces, plantea una losa que se sostiene sobre unos troncos de quebracho colorado, colocados en el perímetro. La losa simplemente está apoyada y anclada con un tabique en uno de sus extremos. En esta estructura los tabiques divisorios cuelgan del techo para otorgarle más peso y darle a ésta mayor estabilidad. En el interior nada llega al piso, incluso el desagüe de las piletas se detiene unos centímetros antes de llegar al suelo para que el agua pase libremente. Las mesadas, barras y pisos del depósito están acuñados a estos cortinados rígidos de hormigón. Estamos en presencia de lo que comúnmente llamamos una “planta libre”.

La imagen resultante responde a lo pretendido al comienzo: es decir, el edificio desaparece, los troncos se confunden con los árboles y sólo se manifiesta la línea recta de la losa gravitando en la arboleda como única señal de la intervención del hombre. Es decir: el árbol no tapa el bosque.

Sin embargo, los troncos han sido cortados en tres lonjas para favorecer su manipulación y con el fin de interrumpir el efecto mimético y mostrar en ellos la huella de la mano humana, porque lo que se pretende no es imitar a la naturaleza (o forzar a la naturaleza a que imite a la arquitectura), sino contar qué pasa del otro lado. Otra vez Magritte, pero aquél de “Amoríos peligrosos”. A pesar de su aspecto artesanal, los troncos pueden ser pensados como columnas pre-moldeadas cuya fabricación ha quedado en manos de la naturaleza. No obstante, con el tiempo los troncos irán perdiendo la corteza para dejar paso al color rojo que el tanino le da a la piel y, más tarde, adquirirá el color plateado que le da el tiempo: las canas, la vejez.

Mientras proyectaba este pabellón tuve también muy presente la imagen de los ranchos arreglados para el festejo de un cumpleaños. Recortada sobre la llanura, la mancha marrón del rancho se transforma con los colores de los globos y las guirnaldas que hacen su trabajo aún en la casa más modesta. Soslayando clases sociales y presupuestos dispares, globos y guirnaldas son, donde quieran que estén, la señal inequívoca del festejo.

En conjunto, los dos edificios se presentan contrapuestos. El edificio de los baños está sobre elevado para que su luz asemeje estar suspendida, flotando; el segundo edificio se resume en la presencia firme de los troncos que se levantan desde el suelo, tal como lo hacen las plantas.

 

La ampliación del edificio existente

El edificio existente presentaba líneas modernas típicas de los años ‘60, con paredes curvas. Si bien me pareció un edificio interesante, algo en él no terminaba de convencerme. Al intervenirlo me di cuenta que aquello que de algún modo me molestaba era su simetría, puesto que ésta es casi una contradicción en una obra racionalista, por lo que decidí quitarle ese rigor mortis que le es propio. La intervención se redujo entonces a romper esa simetría, siguiendo sus líneas originales.

 

Señalética

Cuando tuvimos que diseñar la señalética observamos que, generalmente, en las señales las figuras se presentan realizando la acción que deben indicar; sin embargo, al llegar a los baños, éstas se mantienen estáticas y sólo se distinguen por el género. De allí que, siguiendo la lógica de la acción a graficar, hemos optado por dejarlas hacer lo que necesitan hacer.

 

Equipamiento

Se han diseñado bancos que sólo son unos durmientes zunchados con cintas de embalaje que se colocaron entre los árboles y una sillas de hormigón que son una reconceptualización de un modelo hecho en Barcelona al cual le hemos desplazado el apoyo para hacerla más cómoda.

 

Rafael Iglesia

 

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Otras obras: Edificio Altamira

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