Casa
H
Camino Can Caralt,
parcela 6 – Sant Andreu de Llavaneras
Así como una pipa es una pipa,
una casa a veces es una casa. hacer arquitectura es tomar decisiones,
decisiones de todo tipo, con innumerables referencias y como no, con
dramáticas consecuencias. pero ¿que pasa si el rango de decisiones es
muy escueto? ¿que ocurre cuando no hay grandes obstáculos que saltar, no
es necesario hacer planteamientos maximalistas, no existen situaciones
revulsivas? pues en nuestro caso ocurre que sale una casa. los
arquitectos siempre queremos hacer otra cosa respecto a la que nos
encargan. cuando te encargan un hospital haces un hotel, cuando un hotel
un rascacielos, cuando te encargan una escuela haces un parking, etc.
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Aquí no. Cuando nos
encargaron esta casa, después de analizar el lugar, el programa, la
geología, las condiciones urbanas, las aspiraciones de los clientes,
resulta que no sería honesto hacer una granja o hacer un museo.
había que hacer una casa e hicimos una casa. Puede parecer
paradójico pero hay encargos en que lo que prima es la honestidad
por encima de la ambición del arquitecto o la del cliente o ambas.
La clave es saber cuando hay que ser honestos y cuando perversos,
cuando hay que asumir crudamente la lógica plana de un proyecto o
cuando hay que entregarse a una lógica extrema, cuando la
arquitectura es una continuidad o debe ser un revulsivo, cuando hay
que pensar en grande y cuando en pequeño y esta casa esta pensada
desde lo pequeño, casi lo ínfimo, pensada del detalle al espacio y
no del espacio al detalle.
1.- La casa no tiene puertas
ni pasillos. La estrategia es doble; por un lado crear un
recibidor-entrada que una vez estas dentro te da la sensación de
estar fuera. Este recibidor es el eje de circulaciones de la casa,
el único pasillo posible. La otra estrategia es colocar el área de
los padres en un volumen y la de la hija en otro. De esta manera la
casa se forma a partir de una hache “H”. A levante el volumen más
alto (cocina-comedor-sala en planta baja y habitación
padres–baño-despacho en planta primera) y a poniente el más bajo
(habitación-baño). estos dos volúmenes se relacionan a través del
recibidor. El resultado es que aún siendo una casa muy comedida en
sus dimensiones, el espacio fluye constantemente y da la sensación
que es mucho más grande. no hay puertas que cierren una visual, no
hay pasillos infrautilizados, todo metro cuadrado está optimizado
para un uso regular e intenso. |
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2.- La relación entre exterior e interior se realiza a través
de un colchón de aire de 60 cms. El plano de ventana y el plano
de fachada difieren de estos 60cms. esto crea un espacio intermedio,
indeterminado e intersticial entre dentro y fuera. Una especie
de airbag transparente. El resultado es que el paisaje ajardinado
del entorno entra en la casa acotadamente, enmarcadamente. este
“airbag” de 60cms transforma totalmente la habitual sensación
que tenemos al relacionarnos con el exterior a través de una ventana.
este espacio intermedio enfatiza el paisaje tal y como enfatiza
un marco una obra pictórica. Otra consecuencia de este “grueso
innecesario” es la calidad de la luz. Hay mucha luz en esta casa
pero poco sol, la luz al rebotar sobre el grueso del antepecho
de la ventana la dota de una enorme gama de matices, de tonalidades,
de color. La luz deja de ser una fuente indiscriminada de claridad
y adquiere el papel de “descubridor” del espacio, “hace visible”
el espacio. 3.-
La disposición en H de la casa tenia un problema de intimidad,
no tanto la intimidad necesaria de sus habitantes sino la del
cuerpo arquitectónico mismo. La forma de la casa la hacia
demasiado externa, demasiado abierta, demasiado evidente, y nuestra
casa es de naturaleza tímida, de esa timidez que solo se
vuelve elocuencia en la intimidad, en la distancia corta. Había
que distanciarla, que filtrar su evidencia y hacerla más
recogida. Decidimos primero colocar el plano de agua de la piscina
como una prolongación de la habitación del cuerpo
de poniente. Esto permite crear una distancia entre el observador
y el observado. los tímidos nunca dejan que te acerques
demasiado, al menos la primera vez. Después cerramos virtualmente
el patio de entrada a la casa. apoyándonos en dos muretes
a la manera de orejeras colocamos dos pequeños porches
metálicos que a la vez que protegen del sol más
duro, prolongan el “ritual” de entrar a la casa. En vez de entrar
a la casa por la puerta entras previamente por un espacio abierto
pero acotado, un espacio donde tanto puedes celebrar una fiesta
como tomar el sol. Un pre-espacio conformado por una mínima decisión. Esta
casa es una casa. sin prejuicios, sin a-prioris, sin querer ser
nada más que una casa.
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Colaboradores:
Marta Jiménez – Antonia Genovart – Garazi Burgoa
Fotografías: Miquel Tres |
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